En el último mes nos han llegado noticias alentadoras que nos acercan un poco más al cumplimiento del “Acuerdo de París”, acuerdo que fue alcanzado en la COP25 de París en 2015 que tiene como objetivo mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC respecto a la época preindustrial.

Las primeras grandes noticias vinieron hace unas semanas desde Asia con Corea y Japón declarando su objetivo de alcanzar las cero emisiones netas de carbono en 2050, mientras China anunciaba por sorpresa en la cumbre de Naciones Unidas su compromiso de hacerlo para 2060.

Por desgracia ninguno de estos países ha presentado planes detallados de cómo se conseguirán dichos objetivos así, la naturaleza insular de Japón, que ha desplazado el uso de energía nuclear como consecuencia del maremoto ocurrido en Fukushima en 2011, le llevará a tener que hacer uso de tecnologías hoy en día no comerciales de captura y almacenamiento de CO2.

Mientras China, como país actualmente más emisor del mundo, tendría la capacidad de reducir el calentamiento en torno a 0,3ºC según Climate Action Tracker pero para hacerlo tendrá que establecer cómo será la obsolescencia de sus plantas de carbón, muchas de muy reciente construcción, y cómo hacer frente al significativo volumen de inversiones en renovables necesarias para poder reemplazarlas.

Así, aunque todavía queda un largo camino en la región asiática, se van sucediendo los hitos en la dirección correcta.

Al otro lado del Pacífico, la administración del nuevo presidente electo de EE.UU., Joe Biden, nos anunció hace dos semanas que acordará en el primer día de su presidencia la adhesión de este país al Acuerdo de París, por lo que EE.UU. habrá abandonado el mismo durante únicamente 77 días.

Esta última noticia es de especial interés, no sólo por el peso específico y liderazgo de la mayor potencia global, sino también porque según el último informe de Bloomberg (World Energy Outlook 2020) cuatro años más de administración de Donald Trump fuera del Acuerdo de París habría disparado el calentamiento global hacia los 3,3ºC con las consecuencias que eso tendría.

La adhesión de EEUU al Acuerdo de París ha generado expectativas en las principales entidades que realizan pronósticos energéticos -como la IEA o Bloomberg- de que se pueda alcanzar un calentamiento por debajo de 2ºC, por lo que han desarrollado un escenario factible y ambicioso al que le queda un largo camino por recorrer.

Aun así como hemos comentado en el caso asiático, sigue existiendo la incertidumbre sobre cómo se va a llevar a cabo ya que ninguno de estos países ha detallado sus planes para poder alcanzar los objetivos fijados: cómo lo van a conseguir, qué inversiones van a destinar y cuando se producirán son elementos clave que todavía no ha revelado ningún país.

Los tiempos de la toma de decisiones y puesta en marcha de los planes son un elemento fundamental, dado que cualquier emisión adicional tendrá efecto en los próximos 100 años que es el tiempo que cada partícula de CO2 se mantiene en la atmósfera. El momento para reducir drásticamente las emisiones es hoy, no podemos empezar dentro de 5, 10 o 15 años.

A continuación mostramos en el gráfico adjunto cómo, aun manteniendo únicamente la infraestructura actual sin incrementarla, nos vemos abocados a un incremento de la temperatura de 1,65ºC.

Fuente: IEA

La espera no es neutral, es urgente definir los planes que nos permitan reducir emisiones, cambiando las tecnologías actuales por tecnologías limpias. Cuanto más tarde realicemos dichos cambios, más necesaria será la captura y almacenamiento de CO2 con los sobrecostes que ello implica. La Unión Europea a través de los paquetes de reconstrucción como el Nextgen EU, creado como consecuencia de la pandemia, está abriendo camino y el resto de los continentes debe seguir su senda.

No actuar hoy, o hacerlo de forma errónea, nos traerá consecuencias muy graves en el largo plazo.